lunes, 26 de julio de 2010


SANTO TOMÁS DE AQUINO (Biografía)
(1225-1274)

Nació en el castillo de Roccasecca, de familia noble en la que por línea materna heredaba la sangre de los normandos establecidos en el reino de Nápoles. Educado en la abadía de Montecasino, después de cursar en Nápoles las artes liberales, ingresó en 1244 en la orden de los Predicadores. Tuvo que vencer la oposición de su familia, explicable por el hecho del prestigio e influencia escasos de la nueva orden mendicante.
Estudió en París y en Colonia con Alberto Magno. Entre 1252 y 1255 es “bachiller” o “lector” en París, en donde se gradúa como Maestro en 1256. Por intervención Pontificia fue con san Buenaventura, promovido a la cátedra de teología establecida en la Universidad, después de la querella de los seculares contra las órdenes mendicantes. Entre 1259 y 1268 sigue a la corte pontificia en Anagni, Orvieto, Roma y Viterbo. Su segundo período de magisterio en París se desenvuelve entre 1269 y 1272, fecha en que se traslada a la universidad de Nápoles. Cuando se dirigía por mandato pontificio al II concilio de Lyón muere en la abadía cisterciense de Fossa Nova el 7 de marzo de 1274.

Teología y Filosofía:

“Puesto que la gracia no destruye a la naturaleza sino que la perfecciona, es necesario que la razón natural sirva a la fe” (ST 1 q. q, a 8, ad2)

Este principio, una de las ideas directivas de la obra del teólogo santo Tomás de Aquino, da razón de que, siguiendo a su maestro San Alberto Magno, insistiese en la definición precisa, y en su distinción respecto de la doctrina sagrada, de las “disciplinas filosóficas”.
Hay un doble orden de verdades cognoscibles por el hombre, incluso sobre las “cosas divinas”. Mientras la inteligencia de la fe en la tradición de la sabiduría cristiana de san Agustín había buscado la comprensión de que Dios existe como la de una verdad “creída” para proseguir en la búsqueda de “razones necesarias” sobre la Trinidad y la encarnación del Verbo, para Santo Tomás “que Dios existe, y otras cosas de este género, que pueden ser conocidas por la razón natural sobre Dios, no son artículos de la fe, sino preámbulos para los artículos”.
Y lo razona a partir de aquel principio capital: “pues la fe presupone el conocimiento natural, así como la gracia presupone la naturaleza y toda perfección presupone lo que es perfectible” (ST 1 q, 2 a., ad 2)
La racionalidad del hombre, entendida como su aptitud para traspasar con su conocimiento metafísico el ente mundano y ascender a dios como su causa primera, es para santo Tomás la “potencia obediencial” de la naturaleza humana en la línea cognoscitiva, en orden a la elevación por la fe y la gracia.
Sobre estos supuestos se fundamenta la distinción de objeto, principio y método entre la teología y la filosofía. Mientras en la doctrina sagrada el objeto es Dios mismo según que se revela, y por ser los principios de la misma las verdades creídas por la fe procede por vía de autoridad divina y subsume y utiliza bajo ella la argumentación racional, el conocimiento filosófico se apoya en los principios connaturales del conocimiento humano, y de tal modo razona apoyado en ellos que en este orden “el argumento que se apoya en la autoridad es el más débil de todos” (ST 1 q., 1, a., 8, ad 2)

A continuación tienes el texto transcripto sobre el artículo de la Suma Teológica sobre las cinco vías que demuestran filosóficamente la existencia de Dios.

1 q. 2 a.3

Si Dios Existe

Dificultades. Parece que Dios no existe.

1. Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, éste anula totalmente su opuesto. Ahora bien, el nombre o término “Dios” significa precisamente, un bien infinito. Si, pues, hubiese Dios, no habría mal alguno pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego Dios no existe.
2. Lo que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a su principio, que es la naturaleza y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios.

Por otra parte, en el libro del Éxodo dice Dios de sí mismo: “Yo soy el que soy”.

Respuesta. La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías. La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v.gr, el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es a la vez frío. Es pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y éste a otro. Más no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.
La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea de una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese, una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la seri de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por lo tanto ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
La tercera vía considera el ser posible o contingente y el ser necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por lo tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos, forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres.
Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles.
Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entiende y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios.

Soluciones.

1. Dice San Agustín que “siendo Dios el bien supremo, de ningún modo permitiría que hubiese en sus obras mal alguno si no fuese tan omnipotente y bueno que del mal sacase bien”. Luego pertenece a la infinita bondad de Dios permitir los males para de ellos obtener los bienes.
2. Como la naturaleza obra para conseguir un fin en virtud de la dirección de algún agente superior, en lo mismo que hace la naturaleza interviene Dios como causa primera. Asimismo lo que se hace deliberadamente, es preciso reducirlo a una causa superior al entendimiento y voluntad humanos, porque estos son mudables y contingentes, y lo mudable y contingente tiene su razón de ser en lo que de suyo es inmóvil y necesario, según hemos dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario